jueves, 15 de octubre de 2020

LA BODA, EL FORASTERO Y UN “ONCE UPON A TIME…”

 Había un incontrolable ajetreo motivo de un tradicional evento, era una calurosa mañana del quinto día de la última semana de Julio en una comunidad de lo más cordial en el corazón del istmo de Tehuantepec, Oaxaca, albergaba la visión idealizada de un suceso que complaciera toda una parentela familiar en la realización de un acontecimiento que significaba la cúspide de la idealización de la unión matrimonial, materializada en todo un ejercicio recreacional tradicional que habría ser de lo más peculiar, algo muy significativo y rara vez visto para alguien que creció en la urbanidad de la cultura occidental.

No pertenecía a aquel lugar, me era tan lejano que podía oler la falta de familiaridad, es difícil verse involucrado en tan extraño momento cuando incluso en el pensamiento no eres un ideológico creyente de hacer realidad esos momentos, pero el momento se dio y no dude en cumplir el anhelo de un corazón engrandecido por la ocasión.

El mundo moderno se había puesto una barrera contra el concepto mismo estigmatizando la idea como un reproche de obligación o expectativa de vida social, no era un buen momento para decir abiertamente, me quiero casar, sin que se llegase a creer que pudieras ser un conformista más, solo puse un stop a la diarrea verbal que me producía la crítica en contraposición, al fin y al cabo para la opinión de este andariego bienaventurado no había problema ni prejuicio que valiera para poner en duda una determinación, siendo más simplistas con la expresión, en lo que a mí respecta era una experiencia más, algo que contar y valorar, el matrimonio sin dudo no era un tema que me preocupara ni le apresurara como un problema a nivel personal.

Me había levantado temprano, la gente corría de un lado a otro conscientes de su labor como si hubiese habido una junta secreta para repartir cada una de las actividades el día anterior, supongo que me la perdí, pues no sabía cómo ayudar, sentía que podía llegar a estorbar más si les detenía a preguntar, debía de haber algo en lo que pudiera aportar además de decir acepto y llevarme a la novia de aquel lugar.

Era el segundo día de celebración, al parecer en aquella región casarse es una ceremonia que requiere tres días para darse por concluida y bendecida, me consideré afortunado cuando escuché que tiempos atrás incluso se llevaba una semana completa para dar por terminada la ceremonia, debió ser cansado vivir en aquellos tiempos gastando una pequeña fortuna en la ocasión solo para entregar a tu hija a un extraño sin saber cómo iba a terminar la relación.

El día anterior a los hombres les correspondía ir por el animal que sería el invitado especial de las cocineras para el banquete central, mi futuro suegro y cuñados me llevaron sin preguntar, no es que no quisiera ir después de todo era una excelente manera de conocer a la familia con la que tendría que coexistir; no lo supe hasta que al fin lo viví, creía que nos estábamos preparando para el evento, pero el mismo ya se estaba ejerciendo frente a mí, era el primer día de celebración, a cada paso de trabajo había una cerveza bajo el brazo, a donde quiera que había algo por preparar la música estaba tras un invitado a colaborar.

Aquel día fue de lo más agobiante, nunca te imaginas que hay detrás de tu comida, pero las costumbres son el perfecto momento para tener una epifanía, cargar con el bovino solo fue el primer paso, algo para lo que no estaba preparado, menos para participar tras el carnicero que al llegar el momento destazaría el cuerpo en un frenesí de sangre nada agradable, trozando fragmentos del cuerpo que terminaríamos cargando para que las cocineras decidieran que hacer con ellos; al fin y al cabo costumbres, la bebida no oprime el cansancio, estando en movimiento es difícil olvidar aquel momento.

Como dije, el primer día ya es historia, el ahora del segundo día, se inicia con el recubrimiento de la vestidura tradicional, en mi caso no era algo de qué preocupar, vestirme solamente implicaba ponerme un pantalón negro de vestir, unos mocasines y la guayabera de manga larga fabricada en lino, el calor parecía que me haría sudar, pero era poco comparado con lo que la novia tendría que aguantar.

            La preparación llevó al menos un par de horas, un especialista en maquillaje se contrató para la ocasión, otro más para el peinado y un grupo de artesanas llevaron el esplendoroso vestido blanco con bordados de hilo dorado y plata para el tocado al estilo tehuana con flores extendidas desde el pectoral hasta el faldón.

Desfilamos a la par de una comparsa, ritmo y un mar de gente nos acompañaba, no soy gran fan o conocedor de la música tradicional, pero es difícil no contagiarse del momento vivido en aquel lugar, una sensación de alegría que atrae a la gente de la comunidad, los fuegos pirotécnicos tronaban en el cielo tras nosotros en repetidas ocasiones, al tiempo que entrabamos en el templo donde el estandarte de la religiosidad se erigía como un majestuoso palacio donde las consagraciones no se hacen esperar.

Gente de mi tierra natal había llegado hasta aquel rincón del mundo para presenciar los detalles tradicionales por los que habría de pasar, muchos no lo creían ya que era del tipo de individuo que no le gusta lo usual, pero tal y como lo vieron, un arsenal de eventos se estaban desarrollando y sin desacato los disfrute con la mayor serenidad, tras volver de la gran ceremonia que podría haber indicado que ya estaba casado, pasamos a una estancia en la residencia familiar donde nos postramos con la rodilla en el suelo y se recibió la bendición del santo de la comunidad, mientras nos rodeaban con incienso y hierbas de olor, una corona de flores me sorprendió sobre la cabeza, algo que jamás imaginé que podría llevar en ninguna de las vidas que hubiera de habitar.

Había mucho de lo que se había planeado, danzas una y otra vez mientras la cerveza no dejaba de correr, los interminables platillos que se desplazaban entre los visitantes sorprendieron a mis familiares por lo exótico y abundante, muchos fueron los que acompañaron el gran momento, es difícil olvidar un gran evento, la razón recae si sale de la normalidad, algo fuera de lo que todos acostumbraban como el estatus de lo que una boda debería llevar.

Me pregunté por un momento si realmente ya estaba casado mientras observaba el anillo en el dedo, la ceremonia era de tres días, supongo que todo fue definitivo desde el momento en el que subimos la vaca por el camión de carga, no había manera de dar marcha atrás de cualquier manera, los papeles eclesiásticos y civiles solo era parte del proceso que llevaba toda esta charada hasta el final.

Había algo más popular que la propia comida, un primo de mi encantadora esposa se acercó y expresó que si estaba preparado para lo mejor, el baile del borracho es un momento que en aquel lugar se había esperado con antelación, el hecho de no ser del lugar lo hacía más atractivo para los de la comunidad, tenían la idea de que la gente  de fuera no solía aguantar el ritmo de la tradición, que bueno que mi hígado nació preparado para la ocasión, primos políticos y de sangre se acercaron a mi alrededor, amigos de la facultad me acompañaron alegres para el momento más entretenido de la festividad, o al menos para los hombres que parecía ser de lo más atractiva siendo que incluía alcohol, mucha risa y pasión por la tradición.

Algunos trataron de llevarme como un trapo, beber alcohol y dar vueltas al ritmo de una sonada canción, el alcohol fluía por mi boca y la del que en turno bailaba para dar vueltas sin detener la tradición, algunas madres se escandalizaron por que no estaba preparadas para entender y prevenir a sus hijos de participar, ellos por otra parte aprovecharon el tumulto y dieron rienda suelta a la alegre y la festividad.

Una advertencia tuve de un primo antes de comenzar que quiso que no se saliera de control – a los nuevos les suelen dejar que tomen para que caigan llenos de alcohol, pero no quiero que te tomen por extraño ya que ahora perteneces a la familia – dijo gratamente mientras me explicaba una manera más audaz de no salir perjudicado – te voy a explicar que debes tirar el alcohol tan pronto caiga en tu boca o no contaras que ocurrió.

Giraba lleno de euforia y nadie dio cuenta de cómo el alcohol quedaba impregnado en mi ropa mientras dejaba que escurriera de mi boca, no me pareció lo más honorable para el momento, pero era lo más listo sino quería ser yo el espectáculo del pueblo.

Las bodas son extrañas me dije sin dudar, me alegra haberme casado en aquel lugar, de donde vengo la mujer no suele beber, la lamentable restricción dictamina que no se ven bien, algo que en aquel lugar no ocurrió, pues todos bebían alegras sin sentir prejuicio a su alrededor, las señoras reían al calor de las cervezas, y mis familiares alegres se unieron a esa belleza, mujeres y hombres comían y bebían por igual, el baile se prolongó y no paro hasta que el último invitado ya no pudo más.

No sabía hasta aquel momento lo que significaba la ocasión, es más que una idea de estabilizar un modo de vida, es la integración y asociación de todo un grupo de familiar, unidas por dos personas que decidieron entablar una prolongada amistad. Miré a mi esposa mientras la fiesta transcurría y nos tomábamos de la mano al tiempo que las escenas nos divertían, estábamos aclimatados al instante que nos juntamos, había un par de tradiciones que debían ser cumplidas además del baile del borracho.

El baile de la escoba consistía en marear a la novia mientras la mujeres, amigas y madres le rodeaban y le despistaban, por último y no menos importante, la danza del mediu xhiga, una tradición enfocada en apoyar la nueva familia formada, todos aportaban lo que desearan a la pareja, mientras una sonata tradicional acompañaba a los invitados para bailar con una cazuela, al final del rítmico momento, tronar la cazuela en el suelo, era señal de un sincero deseo de buena fortuna, así como la bendición del pueblo.

Faltaba un día más, la gente vendría para honrar la festividad, curiosamente los recién casados no estaban obligados a asistir, una sensación de alivio me albergó, por primera vez me sentía satisfecho de haber cerrado la celebración, en el fondo sabía que nada había cambiado, mis pensamientos y deseos continuaban intactos, pero la odisea había dejado un sinfín de memorias que extrañamente había atesorado.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LA BODA, EL FORASTERO Y UN “ONCE UPON A TIME…”

  Había un incontrolable ajetreo motivo de un tradicional evento, era una calurosa mañana del quinto día de la última semana de Julio en una...